Bienvenido a La Divina Comedia

La historia, dicen, es un espejo que se empaña según quién lo mire. Pero yo sospecho que más bien es un carnaval, una comedia interminable donde los héroes tropiezan con su capa y los villanos reparten pan antes de incendiar la ciudad. En La Divina Comedia no buscamos verdades solemnes, sino esas grietas donde lo absurdo se mezcla con lo trágico, donde un mismo gesto puede ser grandeza y ridiculez al mismo tiempo. Tal vez, al leerla, descubras que la historia no nos explica: se ríe de nosotros.

El primer circulo...

la historia. Aquí entramos como curiosos, y salimos como incrédulos. No hay héroes puros ni villanos absolutos, solo humanos haciendo de las suyas con más improvisación que plan maestro. Este primer círculo no condena ni absuelve, apenas nos muestra que la historia es un carnaval de contradicciones: generales que lloran, dictadores que construyen hospitales, pueblos que olvidan lo que juraron recordar. Bienvenido: la comedia apenas comienza.

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Segundo circulo...

 Alemania nazi. Aquí entramos al capítulo más incómodo del ‘qué pedo con la humanidad’. Todo empieza con un señor chaparrito, bigotón y frustrado, que básicamente convenció a un país entero de que él tenía la verdad absoluta… y pues sí, la tuvo, pero con gasolina, fuego y millones de muertos. Entre discursos gritados, banderas rojas y coreografías dignas de TikTok pero sin gracia. con la obsesion de levantar la mano como para pedirle la parada a un Taxi. Alemania se convirtió en el villano definitivo. Eso sí, nos dejaron las autopistas y el Vocho, porque hasta los dictadores tienen sus hobbies.

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